Capitulo VI. EL SUICIDIO

Hay algunos momentos en la vida, en que nos volvemos muy vulnerables, en los que todo lo que nos sucede parece no tener solución y pensamos que lo mejor es evadirnos totalmente para esquivar el proceso de superación, hay personas que incluso llegan a quitarse la vida, porque piensan que así evitan la tarea que tan difícil les parece.

Es complicado ponerse en la situación de un suicida y no se trata de juzgar, pues eso es lo único que ha sabido hacer la persona “quitarse la vida”, pero me gustaría explicaros la experiencia más directa con uno de ellos.

En la continuada práctica autodidacta, en el sofá de mi casa por las noches, seguía sintiendo más y más energías, personas, entidades, frecuencias, etc. y casi en todas las ocasiones gracias a ellas aprendía algo nuevo.

Tengo que decir, que no en todas las ocasiones era agradable todo lo que sentía, al menos al principio, durante el aprendizaje mas novel, pues resultaba que algunas de las energías eran muy densas, es decir, que se aferraban mucho a la materia de mi cuerpo, y pesaban. Otras ejercían un efecto como de urticaria, me picaba todo. Otras náuseas, dolores en ciertas partes del cuerpo y así según la vibración que traían.

Una noche, sentí una presencia que parecía tener una gran densidad, por así expresarlo; empecé la comunicación con ella, y resultó que la conocía en persona, era una chica que venía hace algún tiempo por el lugar donde trabajaba. La noté muy mal, muy perdida, con cierto grado de locura y desesperación. La sensación era de estar sin cuerpo, pero todavía con mucha conciencia de la materia.

A la mañana siguiente me dijeron que esa chica se había suicidado. Por lo visto tenía una situación emocional con la familia no resuelta, ella era bastante tímida, muy buena persona pero con algunos complejos y falta de autoestima.

Varias noches sucesivas, su presencia vino conmigo. Ella también me reconocía, pero se sentía ofuscada con respecto a lo que le sucedía. Era como que no quería o no podía entender lo que había pasado. Había una parte de negación con su situación, con el que ya no tenía cuerpo físico, y tampoco podía aceptar lo que había hecho con su vida. Negaba que se hubiera suicidado, no quería sentir lo que había hecho.

Cada día que hablaba con ella, yo me sentía como una especie de psicóloga orientadora, que intentaba hacer entrar en razón a un paciente. La comunicación no verbal que establecía con ella, era un cúmulo de impulsos, pensamientos, corazonadas, imágenes, sensaciones. Era una combinación indescriptible, pero que resultaba ser el leguaje perfecto para llegar al entendimiento; sobre todo lo que había era mucho corazón, como si desde la emoción más profunda de mi, surgiera ese comprensión con ella.

Notaba que solo desde el amor más incondicional, desde el amor más puro, ella entendía mejor lo que le decía. Al segundo o tercer día, pudo aceptar que no tenía cuerpo y ver lo que había hecho con su vida, es decir, aceptó que se había suicidado. Surgió un gran arrepentimiento y muchas dudas.

La siguiente noche, vino de nuevo y empecé a sentir que había otras energías que me indicaban que le hiciera comprender que tenía que ir con ellas. Pero en vano ella quería hacerme caso, no podía irse, pues la gran presión del arrepentimiento la tenía atrapada, predominaba solo ese sentimiento.

Por fin no sé si al cuarto o quinto día de comunicación, recuerdo que todo cambió, ella parecía más abierta a comprender, empezó a recibir más energía de amor y al final accedió a ir con los seres que hacía unos días la estaban esperando. Algo había cambiado en ella, accedió a abrir un espacio de comprensión que hasta ese día no tenía y pudo seguir el rumbo que le indicaban esos seres.

Sentí gran amor y gratitud en esos momentos, y las noches sucesiva esa chica ya no apareció más.

Está claro que es difícil explicar con palabras, todo lo que os intento transmitir, pues en ese lenguaje de comunicación con las energías, siempre estoy con los ojos cerrados, para que la mente sea un mayor receptáculo de las imágenes que se suceden como si de un teatro se tratara. También es importante recalcar, que solo puedo establecer comunicación, cuando toda mi persona se ha relajado, y ha entrado en lo que llamo “el silencio interior”, solo cuando surge ese espacio dentro puedo abrir todos mis sentidos al más allá.

Pasaron un par de meses después de la experiencia con la chica suicida, hasta que llegó de nuevo su presencia a comunicarse conmigo. Quedé maravillada por el cambio de frecuencia con el que venía, mucho más sutil y llena de amor. Me explicó que había estado en un lugar donde la ayudaron a comprender todo lo que ella en vida no pudo aprender ni superar. Entendió el proceso de su vida, la familia que había escogido y el lugar donde vivió, las situaciones, los amigos, todo.

Por fin después de ese tiempo, ella había tenido que superar en ese lugar que no era físico, las emociones y las cosas que con cuerpo y en vida no había superado. Había ido a una escuela del “espacio” (por poner un nombre), donde había acabado lo que su ser tenía planeado cuando decidió venir, pero que al haberse suicidado no había podido cumplir.

Ese caso me hizo entender, que todo lo que nos ocurre en la vida es por alguna razón que va más allá del entendimiento, por muy malo que nos parezca. Hemos elegido pasar por esas experiencias para aprender nuestra propia lección de vida, por tanto cuanto antes pongamos el impulso, la voluntad de hacerlo, antes pasaremos al siguiente tema porque con cuerpo o sin cuerpo tenemos un pacto interno de aprenderlo.

Esa última comunicación con ella era porque vino a despedirse, antes de pasar a la siguiente fase, antes de irse por el túnel de luz donde ya la estaban esperando. Una gran sensación de paz y amor me invadió, pero sobre todo de agradecimiento.