Capitulo II. PRIMERAS EXPERIENCIAS

Mientras el juego del sentir se iba desarrollando dentro y fuera de mí, acumulaba experiencias que normalmente tenía con personas o seres que no reconocía y simplemente pasaban por ser una experiencia energética que me ayudaba a seguir practicando el arte de hablar con la no materia. Eran un cúmulo de conversaciones pero que una vez terminadas, se iban y no había una continuidad.

Pero un día empezó algo diferente, llegó el momento, en que la primera presencia conocida venía para comunicarme cosas importantes a una persona que sí estaba viva. Ayyy madre!!! La sensación fue de subir un peldaño en ese desarrollo del sentir, pues hasta ahora todo parecía un juego, algo que quedaba para mi propia experiencia y no salía de mis percepciones, pero ese día, cierto gusto a “responsabilidad” subía por mi garganta, como si de esa comunicación dependiera algo más que mi propia satisfacción de sentir.

Era un hombre, al que vi pocas veces en vida, pero a la que sí que conocía era a su mujer pues era habitual del lugar donde yo trabajaba. Su presencia me hizo estremecer, pues hacía pocos días que su mujer me había dicho que falleció. Noté como se desdibujaba en mi cabeza su cara, y su cuerpo físico, para que mi mente reconociera de quien se trataba. Yo estaba estupefacta, pues el código que en principio desarrollé del sí y el no en mis manos, me sirvieron entonces para corroborar que no había duda, era él y era importante lo que a continuación me iba a decir. Necesitaba transmitir a su mujer que él estaba bien, para que ella pudiera superar esos momentos tan difíciles del duelo por su muerte.

Empezó a decirme cosas, que para mí no tenían sentido, eran cosas personales entre él y su esposa. Tomé una libreta y bolígrafo y empecé a anotarlas, pues tenía miedo de que se me olvidaran. Eran actos concretos como por ejemplo el de localizar algunas cosas en su casa, decirme el lugar exacto donde estaban para que le dijera a su mujer que tenía que desprenderse de eso. En otras recordar objetos del pasado, que harían que solo su mujer supiera de qué le estaba hablando. También me hablaba de emociones estancadas de su mujer con respecto al resto de familia. Yo no tenía ni idea de esas cosas personales, pero seguía anotándolas.

La forma en que yo recibía esa información variaba, pues unas veces aparecía en mi mente la imagen de una cosa, después una palabra y más tarde una sensación en mi cuerpo, hasta que todo ello hacía el puzle perfecto para entender lo que quería decirme. Llegué a apuntar muchas cosas y todas ellas sin sentido para mí.

Al final de la comunicación con él, pude sentir un gran amor por su mujer, y ese deseo de ayudarla, fue entonces cuando supe que esa experiencia la tenía que compartir con ella. Pero en mi mente había muchas preguntas. ¿Cómo le explico eso a esa señora? Va a pensar que estoy loca o se lo va a tomar a broma, pues yo no sabía si lo que tenía apuntado en mi libreta tenía algún sentido para ella.

Pasaron los días, y no le dije nada a ella, aunque me la encontré unas 3 o 4 veces, entonces internamente pedí ayuda, y que la vida me mostrara el momento oportuno y las palabras correctas para expresarlo.

Al cabo de unos días, y en un lugar donde no pensé encontrar a esa mujer, resultó que la vi y sentí que ese era el lugar adecuado para hablar con ella. Está claro que en mi interior una parte seguía teniendo miedo de explicarlo, pero empecé saludándola y diciendo que un día había soñado con su marido, que se me presentó en sueños para decirme unas cuantas cosas. Pero insistí en que era un sueño… Lo que más me dejó atónita, es que empecé a describir todas las cosas que había ido anotando en mi libreta el día de la conexión, y todas eran ciertas, todas tenían un sentido para esa mujer, y la cara de estupefacción que ponía al decirle una y otra era cada vez mayor. Todas eran ciertas, en todo tenía razón y la mujer se iba emocionando cada vez más a medida que le explicaba el “sueño que tuve con su marido”. Acabó llorando pero con un brillo en sus ojos que no tenía antes de explicarle aquello. Dijo que su marido tenía un sentido del humor muy bonito, que era presentárseme en sueños para explicarme todas aquellas verdades, y fue entonces cuando su cara se iluminó entendiendo que aunque estuviera muerto físicamente, había conseguido comunicarse con ella. Eso dio un cambio en la vida de esa mujer, hizo que el duelo por su marido tuviera otro sentido.

Solo por eso, me alegro de haber tenido la oportunidad de comunicarme con su marido y podérselo explicar a ella.

Entendí que era un honor muy grande poder tener la comunicación con los seres que abandonan la materia, y utilizar ese don para reconfortar a otras personas, me pareció algo precioso.

No obstante yo seguía sin poder decir claramente lo que me sucedía. Recurría a historias, explicaciones de sueños, o de imaginaciones, antes que declarar que lo que hacía era establecer conversaciones con los muertos.
Recuerdo una de aquellas primeras excepciones, en la que sí pude hablar abiertamente: era un día que estaba con una amiga que conocía muy bien en qué proceso me encontraba.



Estábamos en un curso de crecimiento personal y era el momento después de comer, en el que teníamos un descanso antes de volver a retomar la jornada.


En una de las salas estuvimos relajadas, descansando un rato cuando de pronto noté que no estábamos solas, sentí una presencia que quería comunicar conmigo. Esta vez era de día, y fue una de las primeras veces que agudicé mis sentidos siendo de día, rodeada de más personas y en un lugar donde no era mi casa.


Como decía, sentí que alguien quería comunicar conmigo, abrí todos mis sentidos, y noté a un hombre. Me decía que era el padre de mi amiga, la que estaba a mi lado en ese momento. Perpleja, y como tenía la suficiente confianza con ella, se lo dije: tu padre está aquí.


Nunca vi a este señor en vida, ni en fotos, y le hice una descripción de cosas que ese ser me permitía ver. Detalles del pelo, de formas de vestir, irregularidades en el andar, etc. que lógicamente yo desconocía, pero mi amiga sabía perfectamente.


A medida que iba describiéndole cosas, las dos nos íbamos emocionando, al ver que todo era cierto. No me estaba imaginando nada! Todo era tal como sentía y mi amiga estaba ahí para corroborarlo.


Había un mensaje lleno de amor para ella y las dos nos emocionamos mucho sintiendo plenamente esa comunicación directa con el más allá. Realmente sentíamos las dos, la presencia de su padre, fallecido hacía unos pocos años.


Fueron unos momentos, en los que sentimos como un portal dimensional abierto, una comunicación entre el mundo material, y el mundo intangible, que nos llenaron de sensaciones placenteras, ternura, comprensión y gran amor. Indescriptible con palabras, pero esta vez compartido con otra persona justo cuando sucedía.


Se había abierto otra etapa más, otra variante de los sentidos, otra comunicación directa que nos dejó un muy buen sabor en todo nuestro ser, acabando en un gran abrazo de comprensión de que podemos ir más allá de la muerte, y que nuestros seres queridos no desaparecen del todo cuando se van para siempre físicamente.



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